Todo en esta vida tiene una causa y su correspondiente consecuencia, cada uno de nosotros somos los responsables.
El eco de una voz cabreada, triste al insistir y no conseguir nada retumbaba en mi cabeza, una mirada de impotencia y furia se clavaba en mí esperando una reacción, una reacción que no iba a llegar, odio a mí misma, alrededor una bicicleta, un cristal, pastillas para el dolor de cabeza, una ventana, el asa de un bolso incluso el metal de los barrotes de la cama...cada cosa que miraba por insignificante que fuera se convertía en mi deseado instrumento de muerte, muchas formas de morir como si de una proyección se tratase pasaban una tras otra por mi mente, todas ellas dolorosas, sangrientas aunque insuficientes para el dolor que sentía en el pecho, la voz sigue resonando en mi cabeza, taladrandome, sin cesar las proyecciones de mis distintas muertes ocupaban un segundo plano muy presente en mí mientras me evadía hojeando el cuaderno de filosofía que tenía entre mis piernas [Por eso el Tractatus termina: "De lo que no se puede hablar hay que callar" ; y esque todo aquello que importa en la vida humana es precisamente aquello sobre lo que debemos guardar silencio. Wittgenstein]
Firme, indiferente, reteniendo las desesperadas lágrimas en mis ojos luchando por salir, hago caso a Wittgenstein y me mantengo en silencio mientras la voz cada vez más furiosa continúa insistiendo.
Él no lo quiere oír, no le va a gustar lo que pienso y lo sabe aunque mantiene una esperanza de que me enfade de que lo odie, en cambio aumenta mi fiel odio hacia mí misma ya que veo su dolor y no soy capaz de dejar de pensar en aquello que se lo causa, no soy capaz de olvidar ni odiar la causa. No me entiende, no puedo luchar contra mi pensamiento que constantemente evoca momentos, sonidos, imágenes, sensaciones, en ocasiones para hacerme sonreír en otras para hundirme. A pesar de no poder evitarlo me doy asco.
Hundida me rodeo el pecho con mis brazos sujetándolo para que no se rompa con cada palabra que sale de su boca, todas ellas tan ciertas y duras como mi error.
Ese dolor, que desde hace dos meses vive de ocupa dentro de mí se acentúa con sus palabras, su sufrimiento y mi pensamiento irrevocable a pesar de ello.
Un momento de reflexión entre mi sufrimiento merecido me hace pensar en las muchas teorías filosóficas acerca del cuerpo y la existencia o no del alma, en mi opinión no hay prueba más clara de su existencia que este dolor, un dolor que no está producido por nada físico y sin embargo lo siento incluso más, tan profundo que el cuerpo no sobreviviría ni a un reflejo de él...sin duda un dolor del alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario